Oímos continuamente que la
recuperación está ahí. Esta vez, como en otras ocasiones, nos dicen que va en
serio. Los analistas de prestigio aducen criterios “macro”, con datos, reglas,
siglas y conclusiones que pretenden ser definitivas, y que utilizan como mandamientos.
La verdad es que pocas o muy
pocas informaciones emanadas del núcleo central de nuestro tejido empresarial, -
nuestras PYMES -, parecen apoyar, contrarrestar, o matizar estas prestigiosas
opiniones de nuestros políticos y organizaciones de renombre.
Yo os voy a contar mi experiencia
para contrastarla con vosotros.
Por mi trabajo estoy en contacto
con la práctica totalidad de los sectores: Energía e Industria, Tecnología,
Infraestructuras, Construcción, Edificación,.., siendo mis clientes medianas
empresas cuyos clientes a su vez son las grandes corporaciones privadas y las
Administraciones públicas. Puedo decir con absoluto rigor, que no conozco
empresa que no haya tenido un ajuste de su estructura, de sus gastos, y al
menos, un ERE, aunque sea encubierto. Eso, como mal menor.
Una vez agotada la magnífica
cartera de los años de bonanza, nuestras pequeñas y medianas empresas, las que quedaron,
empezaron a salir al exterior, asumiendo un esfuerzo y un riesgo enormes, pero no había otra forma de subsistir dado que
nuestro mercado español lleva “plano” varios años y el Europeo está en recesión.
Esas salidas se hacían al “rebufo” de nuestros grandes clientes internacionales
con implantación en el exterior, y las cosas iban funcionando como se podía
tratando de compensar la brutal caía de ventas en España con el incremento de negocio
externo. Pero los países emergentes y mercados, tienen sus reglas por las que
obligan a las empresas externas a contratar localmente una parte muy importante
de los servicios y productos; bien por imposición en sus pliegos, bien por pura
y simple competencia de precio, con lo cual, los servicios exigidos a nuestras
pequeñas y medianas empresas son muy inferiores en cantidad, y mucho más altos
en calidad, por lo que hay que buscar proyectos de mayor volumen, compitiendo con precios muy bajos
de las empresas locales. Eso significa un modelo de actividad en el exterior
muy diferente al existente. Ya no puedo utilizar mis fábricas de España, pues el
mercado es global y los costes de fabricación desproporcionados, ni mis grandes equipos de montaje e instalación,
pues los locales harán esto por un precio asimismo demoledor, el diseño e
ingeniería viene ya dado por empresas próximas al cliente final de estos países
emergentes, y por tanto, sólo quedan valores a añadir como son las referencias,
los brillantes directores de proyecto, y en algún caso, pocos, la
disposición de la tecnología, que es, en definitiva, la esencia del negocio y
el principal valor para convencer. Y por tanto, no es lo mismo emprender la expansión
a los mercados externos por necesidad
que por capacidad.
La conclusión de todo esto, es
que también este último modelo de externalización parece haber tocado fondo. Muchos
de nuestros grandes clientes internacionales están asumiendo riesgos muy
importantes para conseguir cartera, y seleccionan con mucho cuidado sus
inversiones fuera de España. Esto hace que se convierta en desesperada la
actividad de nuestras pequeñas y medianas empresas. Y la realidad se impone: A
partir del segundo trimestre del 2012 comenzó a sentirse un efecto muy negativo.
Las inversiones de nuestras empresas fuera de España se reducían, los proyectos
iniciados en España se paraban, o bien, no continuaban en sus siguientes fases,
los proveedores no recibían pagos, incluso por parte de aquellos clientes de
máxima solvencia y buenos pagadores en el pasado. La tesorería se esfumaba, y
los créditos para ese circulante, pieza clave para seguir sosteniendo la vida
de la empresa, eran inexistentes.
Se inicia por tanto, una debacle
que afecta ya, a todos, y que lejos de mejorar esa situación viciada por un
defecto de “modelo de actividad poco consistente”, hace que nuestra economía
esté prácticamente colapsada en este momento, manteniéndose todavía a duras
penas sostenida por un sector servicios que ha realizado un enorme esfuerzo y
sacrificio, y que, afortunadamente, se ha visto compensado con la caía de otros
mercados próximos por problemas de riesgo político. Eso, y poco más, como son los
casos de algunas empresas modélicas de gran consumo, pero que en su conjunto
son insuficientes para reintegrarnos, no ya sólo al sitio que ocupábamos, sino,
incluso, para evitar que seamos un país en clara decadencia económica con un
modelo de bienestar muy alto, que nos genera una mezcla explosiva.
Como indicaba al principio, no
voy a entrar en discusiones “macro”, sólo sé que, por mi trabajo conozco bien
la realidad de las empresas, y la vivo día a día, y por ello, no comprendo cómo
hay personas, instituciones, políticos, analistas, … que intentan decirnos en
estos días, de forma casi obsesiva, que ya hemos tocado fondo. Por favor, no más
demagogia. Ya está bien; debemos de dedicarnos a encontrar nuestro camino,
nuestro hueco en el mercado global. Ofrecer como valor aquello que sabemos
hacer muy bien, y habrá que bajar el listón lo que sea necesario, y crear otro
modelo de sociedad del bienestar.
En mi opinión debemos prepararnos
de aquí a 10-15 años en ser excelentes en nuestra capacidad de innovación. Ese
valor añadido por la innovación a los servicios tradicionales en los que hemos
demostrado ser excelentes durante décadas, los hacen mejorables y atractivos. Si además
nos acostumbramos a ser empresarios, a trabajar con costes muy reducidos, a éxito,
el tiempo y el coste que se ahorra trabajando de esta forma es impresionante, y
desde luego, la motivación es máxima. Creo que ahí está un principio de
solución, pero por favor, que no nos sigan engañando. Queda mucho todavía por
desgracia para que encontremos una solución, un "modelo de actividad
consistente y sostenible".
José Manuel Nistal Bartolomé
Madrid, 21-06-2013
- Video de Gabinete Empresarial GYTEC: https://www.youtube.com/watch?v=IhlJ1Iy0KGc